sábado, 8 de febrero de 2014

Piratas del Caribe en el fin del mundo

Entre comentar Piratas del Caribe en el fin del mundo, y El novio de mi madre, al final me he decidido por la última de la Pfeiffer, ya que la otra es más de lo mismo.

 La de la guapísima Michelle es una crisis de los cuarenta a lo Demi Moore (a la que hacen referencia, así como a su marido Ashton Kutcher y a su ex marido Bruce Willis, de quienes parecen haber sacado realmente la historia) en la que una Pfeiffer muy bien conservada se liga a un jovencito 11 años menor, en una lucha constante con la Madre Naturaleza. Las escenas de Paul Rudd son de auténtico lucimiento mostrándonos su bis cómica, y en todo momento sentimos una sensación extraña de paralelismo al ver que la película realmente está ambientada en Hollywood, Pfeiffer es Productora Ejecutiva de una serie y Rudd uno de los actores invitados (¿Kutcher también, no?).

Las constantes referencias a actrices que por desgracia están ya en el limbo del cine (ah, en el limbo no que ya no existe) como Melanie Griffith, Susan Sarandon y otras grandes, y el mundo de la televisión en los Estates, donde se matan por un porcentaje de audiencia, hacen aceptable el ambiente del film. La hija de Michelle hace un papel de pre-adolescente insufrible bastante logrado, cantan canciones protesta metiéndose con Bush y Michael Jackson deliberadamente (lo que hace aceptable la falta de espíritu de la película), con la cirujía estética y con lo duro que es hacerse mayor. Algo que ya sabíamos todos.

Lo bueno es la moraleja, todo acaba bien (en una película de este tipo, o la Pfeiffer se pone a pegar tiros en el set de la serie o ya me contaréis como puede haber un final infeliz) aunque el paso de los año no perdona y nos obligan a asumir que pasados los cuarenta es mejor saber que has traspasado el límite de la juventud, dejar las minifaldas a un lado (si alguna vez las has usado) y asumir tu rol de cuarentona; una pena. Lo bueno es que la Pfeiffer es suficientemente explosiva como para dejarse amedrentar por el paso de los años y su look a lo Erin Brokovitz nunca pasa de moda en Los Angeles. Las palomitas estupendas, por cierto.

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